domingo, 9 de marzo de 2014

MEDITACIÓN DE LUNA LLENA - RED DE LUZ -


 Colaboramos con Agartam 

RECOMENDACIONES

Vestidos de blanco, si se puede.
Si la meditación no se realiza al aire libre preparar un altar en el que deben estar presentes los cuatro elementos: Tierra, Agua, Aire y Fuego.
Una vela blanca encendida delante de cada uno y otra en el centro del círculo.
Que se coloquen en el interior del círculo aquellas personas que no están acostumbradas a este tipo de meditación.
Al darse las manos, colocar la izquierda hacia arriba (entrada) y la derecha hacia abajo (salida).


QUÉ HAY QUE TRAER:


1.     Una vela blanca.
2.     Una SELENITA, que nos acompañará durante todo el nuevo ciclo lunar y que entregaremos a la Tierra al finalizar el ciclo, a finales de julio de 2014.
(Si no se encuentra selenita servirá un cuarzo transparente)


PROPÓSITO
AMA TUS EMOCIONES

Vivimos en una realidad dual, en la que habitan energías de distintas vibraciones. Convivimos con ellas a diario. En nuestro entorno, en las personas con las que nos relacionamos, en nosotros mismos. En el mundo de la dualidad, las emociones son muy importantes. Gracias a ellas podemos vibrar en frecuencias diferentes. Algo que representa para nosotros una gran riqueza de experiencias y aprendizajes.

Somos seres especiales en el Universo. Podemos habitar en dimensiones diferentes sin abandonar la Tierra. El ser humano puede alcanzar la plenitud, pero también vibrar en el miedo, el sufrimiento y la tristeza. Son las emociones las que nos permiten acceder a ambos mundos. Desde la oscuridad a la luz y desde la luz a la oscuri

dad, constantemente.

A nadie le gusta verse inmerso en el mundo de las emociones densas, porque nos confunden, pero cuanto más luchamos contra ellas más intensas se muestran. Es entonces cuando nos atrapan y dominan. ¿Por qué luchar contra algo que forma parte de la experiencia humana y de su gran riqueza? ¿Por qué no aceptarlas como parte del aprendizaje e integrarlas en él como señales? Si han surgido no lo han hecho por casualidad. Cumplen un propósito, tienen un origen. Para descubrirlo tenemos que mirarlas de frente sin temor, aceptar su existencia,comprenderlas.

¿Me muestran quizás que no me permito ser quien soy en realidad y por eso me enfado? ¿O que estoy haciendo algo que no deseo y por eso me apago? ¿Tal vez, que aún habita en mí un miedo escondido que me aparta constantemente de mi centro?

Para transformar una emoción que no me gusta, debo ofrecerle amor, pero no puedo hacerlo si previamente no la comprendo. Al darme cuenta de lo que me sucede, el por qué de mi enfado, de mi tristeza o de mi miedo, soy más capaz de transformarlo. Ofrecerme amor a mí mismo en los momentos más difíciles, cuando menos me gusto, es convertirme en mi aliado, en mi mejor amigo, en mi mayor consuelo. Para ofrecerme amor debo conectar con la luz que llevo dentro, sentir en ella mi conexión con la divinidad, expandir esa luz sobre mis emociones densas.

Ser humano y ser divino implica ser luz, pero, a veces, también implica ser oscuridad cuando se pierde el equilibrio entre las polaridades. En esos casos, la conexión con la divinidad resulta imprescindible.

Somos faros de luz en el mundo, capaces de iluminar en expansión infinita cuando lo hacemos desde el corazón. Para ello es necesario el equilibrio interno, la aceptación de quiénes somos en esencia y en materia, la integración de ambas en un solo ser, que se ama y se respeta en todas sus facetas, en todas sus vertientes, con todos sus matices.

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