viernes, 19 de octubre de 2012


Extracto de La Matriz Divina. Gregg Braden- 
 LOS 3 EXPERIMENTOS QUE CAMBIAN TODO

Aunque abrieron las puertas a nuevas posibilidades, no logramos responder a la pregunta: "¿Qué significa esta nueva información en nuestras vidas?"
Así como el siglo XX fue un periodo de descubrimientos, podemos encontrar que el XXI es un periodo para encontrarle sentido a todo lo encontrado. Muchos de los científicos, maestros e investigadores tradicionales de hoy en día se han involucrado en este proceso.
A pesar de que la existencia de un campo de energía universal se ha teorizado, visualizado, escrito e imaginado durante mucho tiempo, es sólo recientemente que los experimentos realizados han comprobado de una vez por todas que la Matriz existe.
Entre 1993 y 2000, una serie de experimentos sin precedentes demostró la existencia de un campo subyacente de energía que impregna el universo. Para el propósito de este libro, he escogido tres que ilustran claramente el tipo de estudios que están redefiniendo nuestra idea de la realidad. Enfatizo que estos son solamente experimentos representativos, ya que se han reportado otros, al parecer a diario, que ofrecen resultados similares.
Aunque los estudios por sí mismos son fascinantes, lo que realmente me interesa es el concepto tras cada una de las investigaciones. Cuando los científicos diseñan experimentos para determinar la relación entre el ADN humano y la materia física, podemos tener la seguridad de que está a punto de ocurrir un cambio radical en nuestros paradigmas.
Lo digo porque antes de que estos experimentos comprobaran que existía dicha relación, la creencia común era que todo en nuestro universo estaba separado. Así como hemos escuchado a los científicos de la "vieja escuela" afirmar claramente que si uno no puede medir algo, ese algo no existe, en la misma línea, antes de la publicación de los siguientes experimentos, la creencia era que si dos "cosas" estaban físicamente separadas en el mundo, no tenían efecto mutuo ni conexión. Pero todo esto cambió en los últimos años del último siglo.
Fue durante este tiempo que el biólogo cuántico Vladimir Poponin informó sobre las investigaciones que estaban realizando él y sus colegas, incluyendo a Peter Gariaev, en la Academia Rusa de Ciencias. En un ensayo que apareció en los Estados Unidos en 1995, describieron una serie de experimentos que sugerían que el ADN humano afecta directamente al mundo físico, a través de lo que ellos creían era un nuevo campo de energía que los conectaba.
Mi percepción es que el campo con el cual ellos trabajaron no era verdaderamente "nuevo" en todo el sentido de la palabra. Lo más probable es que siempre haya existido, pero jamás había sido reconocido porque está compuesto de una energía que nunca habíamos podido medir por carecer del equipo apropiado. El doctor Poponin estaba visitando una institución estadounidense cuando esta serie de experimentos fue repetida y publicada.
La magnitud de lo que nos dice el estudio llamado: "El efecto del ADN fantasma," respecto a nuestro mundo, es quizá mejor resumido en las palabras del mismo Poponin. En la introducción de su informe, nos dice: "Creemos que este descubrimiento tiene un tremendo significado para la explicación y para un entendimiento más profundo de los mecanismos subyacentes en el fenómeno de la energía sutil, incluyendo muchos de los fenómenos observados de sanación alternativa." ¿Qué es entonces lo que Poponin realmente nos está diciendo? El primer experimento describe el efecto fantasma y lo que dice respecto a nuestra relación con el mundo, a nuestra relación mutua y a la relación con el universo distante... Todo es cuestión de nuestro ADN y nosotros.

PRIMER EXPERIMENTO
Poponin y Gariaev diseñaron su innovador experimento para probar la conducta del ADN en partículas de luz (fotones), la "materia" cuántica de la cual está compuesto nuestro mundo. Primero, retiraron todo el aire de un tubo específicamente diseñado para esto, creando lo que se supone que fuera un vacío. Tradicionalmente, el término vacío implica que no hay nada en el interior del contenedor, pero incluso, después de sacar el aire, los científicos creían que había quedado algo adentro: fotones. Usando equipos diseñados con extrema precisión para detectar las partículas, los científicos midieron la localización de los fotones dentro del tubo.
Querían ver si las partículas de luz estaban esparcidas por todas partes, aferradas a las paredes del cristal, o quizá agrupadas en una pila el fondo del contenedor. Lo que encontraron al principio no los sorprendió: los fotones estaban distribuidos de una forma totalmente desordenada. Es decir, las partículas estaban en todas partes dentro del contenedor, lo cual es, precisamente, lo que esperaban Poponin y su equipo.
En la siguiente parte del experimento, se colocaron muestras de ADN humano con los fotones dentro del tubo cerrado. En la presencia del ADN, las partículas de luz hicieron algo que nadie anticipaba: en vez del patrón esparcido que el equipo había visto antes, las partículas se ordenaron de forma distinta ante la presencia del material vivo.
El ADN estaba claramente afectando a los fotones, como si los estuviera configurando en patrones uniformes a través de una fuerza invisible. Esto es importante, puesto que no existe nada en los principios de la física convencional que permita este efecto.
Sin embargo, en este ambiente controlado, fue documen- tado y observado, que el ADN (la sustancia de la cual nos compone- mos) tiene un efecto directo sobre la ¡la materia cuántica de la cual se compone nuestro mundo!
La siguiente sorpresa ocurrió cuando el ADN fue extraído del contenedor. Los científicos suponían que las partículas de luz regresarían a su estado esparcido original en el interior del tubo. Según el experimento Michelson-Morley (descrito con anterioridad en este capítulo), nada en la literatura tradicional sugiere que podría ocurrir algo distinto a esto. Pero, en su lugar, los científicos fueron testigos de un suceso muy distinto.
Los fotones permanecieron ordenados, como si el ADN todavía estuviera en el tubo. En sus propias palabras, Poponin describió la conducta de la luz "sorpresiva y opuesta a la intuición." Después de verificar los instrumentos y los resultados, Poponin y sus colegas se enfrentaron con la tarea de encontrar una explicación para lo que acababan de descubrir.
Después de retirar el ADN del tubo, ¿qué estaba afectando a las partículas de luz? ¿Había dejado el ADN algo tras de sí, una fuerza residual que persistía después de haber sido retirada la materia física? ¿O se trataba de un fenómeno aún más misterioso? ¿Seguían conectados el ADN y las partículas de luz en algún nivel o de alguna manera que no reconocemos, a pesar de que estaban separados físicamente y que ya no estaban en el mismo tubo?
En su resumen, Poponin escribió que él y su equipo estaban "forzados a aceptar la hipótesis funcional de que una nueva estructura de campo había sido estimulada." Puesto que el efecto parecía estar relacionado directamente ante la presencia del material vivo, el fenómeno fue denominado "el efecto del ADN fantasma."
La estructura del nuevo campo de Poponin suena sorprendentemente similar a la "Matriz" que Max Planck identificó hace más de cincuenta años, así como a los efectos sugeridos en las antiguas tradiciones. Resumen del primer experimento: Este experimento es importante por un número de razones. Quizá la más obvia es que nos demuestra claramente una relación entre el ADN y la energía de la cual está compuesto nuestro mundo.
De las muchas conclusiones que podemos sacar de esta poderosa demostración, dos son indudables:
1. Existe un tipo de energía que no había sido reconocida con anterioridad.
2. La influencia de las células o ADN tiene trascendencia a través de esta forma de energía. La evidencia generada bajo el rígido control de las condiciones del laboratorio (tal vez por primera vez), surge de la poderosa relación que las tradiciones antiguas han considerado sagrada por siglos. El ADN cambió la conducta de las partículas de luz, la esencia de nuestro mundo.
Al igual que nuestras más apreciadas tradiciones y textos espirituales llevan diciéndonos por mucho tiempo, el experimento validó que tenemos un efecto directo sobre el mundo que nos rodea. Más allá del optimismo ingenuo y de las teorías de la Nueva Era, este impacto es real.
El efecto del ADN fantasma nos demuestra que con las condiciones correctas y con el equipo apropiado, esta relación puede ser documentada. (Veremos de nuevo este experimento más adelante en este libro.) Aunque de por sí es una demostración revolucionaria y gráfica de la conexión entre la vida y la materia, es en el contexto de los dos siguientes experimentos, que el efecto del ADN fantasma adquiere un significado aún mayor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te parece, puedes dejarnos tu comentario. Gracias.